Sunday, August 10, 2008

Citius Altius Fortius

Lo primero quitarme el sombrero ante el impresionante despliegue que han hecho los chinos en Pekín (siento usar el nombre colonial pero es el que conozco desde que era un chaval y el otro me suena raro). La ceremonia de apertura fue impresionante y mostró al mundo los hitos de una cultura milenaria.
La nota de humor la dio el presidente del país de mis hijos, al que no había quien lo aguantara en la silla después de dos horas de fuegos artificiales. Su esposa, gran señora y estadista de experiencia aguantó el tirón estoicamente, me refiero al de ver a su marido repanchingado en la silla con cara de haberse tragado ochenta episodios de los Teletubbies.
Quedé impresionado con la descripción y las imágenes de los edificios y los preparativos que se han diseñado para el evento. Edificios como el de las pruebas de natación en el que se recicla el 80% del agua que se usa para la competición, y además se usa de jardín botánico. El estadio en forma de nido simbolizando la cuna de la esperanza de la humanidad para el futuro.
En fin no hay como unas buenas olimpiadas para intentar sacar los mejor de los seres humanos. La deportividad, el ansia de superación, la hermandad entre naciones. Todo lo que uno querría que se reflejase en el mundo. Aunque suene a idiotez a veces estaría bien que los conflictos se zanjasen con una buena carrera o aunque fuera con una partida de mus.
En cuanto a los lemas olímpicos, el de superación del género humano es uno de mis favoritos. La idea de que se puede mejorar tanto individualmente como en grupo y de que el esfuerzo se recompensa, no ya con medallas, sino con el apoyo de la gente y el reconocimiento de la sociedad es la clave, en mi opinión de los juegos olímpicos.
No son desde luego los valores de la cultura del pelotazo, pero sí son los que querría que la sociedad en la que vivan mis hijos tuvieran. Espero sinceramente que así sea y que no se nos olvide a ninguno que la tarea de mantener estos valores no recae en ningún presidente ni alcalde de turno, sino en todos nosotros.